Cartago.- Con dos años de edad, subido en un triciclo que heredó de sus hermanos Rudy e Iván, el pequeño Andrey Amador desafiaba una “cuesta” en el barrio El Robledal de La Uruca.
Aquel niño ya pedaleaba con fuerza y de a poco, hacia del ciclismo su pasión.
En corto tiempo, aquel triciclo quedó inservible, pues de tanto trajín perdió una de sus llantas y fue así como sus padres, Raissa y Rodolfo, optaron por comprarle su primera bicicleta.
“Nos costó como ¢22.000 en la tienda Barguil. Era toda pesada, ‘un portón’ como dicen los ciclistas”, recordó la orgullosa mamá.
“Pequeño era muy hiperactivo, inquieto, chistoso y molestón. Constantemente tenía que hablar con las maestras para que le tuvieran paciencia porque pasaba subiendo los pies en los pupitres”, agregó doña Raissa.
Según ella, “Andrey era muy inteligente y bueno para el estudio. El problema era su conducta, pues no se quedaba quieto. Recuerdo que él se ponía triste cuando de la escuela me mandaban mensajes diciéndome que se portaba mal. El peor castigo para él era verme triste”.
Luego, toda esa energía que derrochaba, la invirtió en el ciclismo. Recuerda que la primera bicicleta de carrera en la que corrió se la prestó su entrenador Rafael Ángel Calderón. Aquella “bici” de color rosado fue bautizada como ‘la pantera rosa’.
“Me sacó canas, hoy lágrimas”
Calderón, quien fuera su maestro en el deporte de los pedales, reveló que Amador era diferente a todos los muchachos que tenía a su cargo allá por 2001.
“Hace diez años me dijo: “Rafilla voy a correr en Europa”. Yo le decía: “No sólo vas a estar. ¡Vas a ganar!”. Y no faltaron quienes que me decían que era imposible estar en un Tour de Francia y menos ganar en un Giro. Siempre me decían: “Rafa, usted ilusiona mucho a ese chamaco”.
Y agregó: “Lo tuve diez años. Lo aconsejé en sus inicios, lo alenté cuando quiso retirarse y es muy satisfactorio ver cómo aquel muchacho hiperactivo que apodaron “Chucky” por tremendo, hoy le dio un gran triunfo al país”.
Sobre esa conquista de su expupilo en el Giro de Italia, describió. “Es una emoción indescriptible, no paré de llorar y más al recordar tantas cosas que vivimos. Yo recibí felicitaciones como si hubiera estado sobre la bicicleta. Antes me sacaba las canas. Hoy me sacó las lágrimas”, apuntó.
A criterio del entrenador, lo de Andrey es sólo comparable con las medallas de las hermanas Silvia y Claudia Poll, el campeonato mundial de Nery Brenes, la hazaña de Rafael Ángel Pérez y lo que hizo la selección en el Mundial de Italia 90’.
Estudiante
De niño Cursó el kinder en la escuela Antonio José de Sucre, en La Uruca y luego estuvo en la escuela Juan Rafael Mora.
Colegio El bachillerato lo sacó en el Liceo de Los Lagos de Heredia e inició Ingeniería Mécánica antes de emigrar al Viejo Continente.
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Andrey... te consagraste como GRANDE
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