Cuando parecía que una gran mancha roja caía sobre el Allianz Arena en Munich, luego del gol de Thomas Müeller al minuto 83’, el cielo alemán comenzó a tomar un matiz azul, gracias a la siempre oportuna aparición de Didier Drogba y a las manos y piernas salvadoras de Peter Cech.
El “Elefante” marfileño, apareció por todo lo alto del área bávara, a dos minutos del final, para devolverle la vida a sus compañeros y mandar al alargue, una final que en quedará grabada en la memoria de muchos como una de las más emocionantes.
Drogba alargó una vez más su historia en el equipo de Londres, al anotar el quinto y definitivo gol en la tanda de penales. “Hemos luchado por esto durante años y años. Se ha visto el gran espíritu que tiene el equipo, nunca nos hemos rendido”, dijo el ariete.
Pero, la diosa de la suerte no se bajó del vagón “Blue” con el gol de Drogba, volvió a aparecer al minuto 94’ cuando Cech le paró el penal, al “maldito” Arjen Robben, quien en apenas dos años, ha perdido, dos finales de Champions League, una Copa del Mundo y dos copas alemanas.
Y llegó, la ruleta rusa
Con el fin de los 120 minutos de partido, llegaron los indeseables penales.
En los marcos, dos gigantes y famosos penaleros, Manuel Neur y el mencionado Cech, hacían presagiar que los lanzadores no la tendrían fácil. Atrás quedó el fantasma del pasado con la imagen de John Terry en el 2008, resbalando ese penal frente al Manchester United en la final en Moscú. Al final, el cielo se tiñó de “Blue” y el Chelsea al fin celebró.
“Quizá la final de Moscú ante el United no fue nuestro momento, pero como jugador esperas tener una segunda oportunidad de otro partido así”, expresó Cech.
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