Un club deportivo, como cualquier institución, depende de su ordenada labor de conjunto, tanto interna como externa. No bastan, por ello, los logros deportivos internos, que se esfuman si no se asientan sobre un ordenamiento integral, en el que participan los aspectos técnicos, estratégicos, administrativos o de gestión, de relaciones públicas, crítica interna y otros de igual fuste.
Si alguna actividad debe distinguirse por su contenido integral es precisamente el futbol profesional. Existe, por ello, una relación íntima entre sus logros y su dimensión interna o administrativa. El deporte desborda su acción en un estadio y lo que ocurre en este ámbito, en el orden del espectáculo, no puede desprenderse de su eficiencia.
¿A qué vienen estas consideraciones? A las fallas que muestran nuestros clubes en sus cuatro paredes,esto es, al descuido de la gestión integral. Lo hemos palpado, en estos días, en las denuncias surgidas por el número de extranjeros que juegan en nuestros clubes sin permiso de trabajo. No se trata de un mero descuido, sino de la actitud de los dirigentes frente al cumplimiento de sus deberes legales.
El tema cobra mayor importancia si se tiene en cuenta, como se ha informado, que el presidente del Comité de Competición de la Unafut, Jorge Arturo Gutiérrez, expresó que, antes del inicio del torneo de Invierno, él y sus compañeros pusieron al tanto a los dirigentes de esta anomalía, mas los asambleístas la desestimaron, no obstante su obligatoriedad y la sencillez de su aplicación inmediata.
Una vez hecha la denuncia y ante la gravedad de sus consecuencias, se ha acordado poner todo en orden. Bien sea. Sin embargo, queda el sabor de que aspectos tan importantes en una organización, como los imperativos legales, no sean atendidos con inmediatez. Lo mismo ha pasado ante la CCSS y otros. Que sirva esta experiencia para un “mea culpa” y una revisión general.
