Deportes
Jueves 14 de julio de 2011, San José, Costa Rica
Pasión por el deporte

Seleccionados ticos caen en la tentación de los tatuajes

Con un tesoro a flor de piel

Hermes Solano Rodríguez

hermes.solano@aldia.co.cr

Los llevan por sus hijos, sus madres, sus creencias. Por alguna razón jugadores ticos lucen tatuajes en sus cuerpos.

Bryan Ruiz, Keylor Navas, Johnny Acosta, Rándall “Chiqui” Brenes y Francisco Calvo, muestran en sus brazos, espalda y pecho, marcas que les deja la vida.

A ellos se les une el asistente de Ricardo Antonio La Volpe, Jafet Soto, quien suma seis tatuajes y dice que va por más.

No se arrepienten de hacerlo y más bien en su cabeza ronda la idea constante de seguir enfrentándose a la aguja.

Son parte de una tendencia en el mundo del deporte donde es normal ver a sus figuras con su piel marcada por la tinta.

Hace unas semanas Keylor Navas contó la razón de su tatuaje con el nombre de su madre en el brazo derecho.

Bryan con 4

Bryan Ruiz lleva cuatro y los luce orgulloso.

“El primero por mi hijo; después me hice uno en el pecho por mi hermanita que murió hace 13 años, que dice ‘Por siempre en mi corazón’; otro en la espalda que es una imagen de tres formas por mi religión, y en el brazo tengo otro que significa ‘Hermanos por siempre’, que me lo hice con mis tres hermanos y mi primo”, explicó el referente del fútbol tico.

Otro de los seleccionados que se decidió por más de uno es el joven Francisco Calvo, que tiene tres.

Su madre, su religión y los ideales en su vida los trae marcados en sus brazos y espalda.

“Creo bastante en Dios, entonces son las dos manos de Dios con el rosario en el centro”, dijo mostrando el del brazo izquierdo y de paso nos contó sobre los otros dos, “en el brazo derecho tengo el nombre de mi madre y atrás tengo cuatro palabras en árabe que significan humildad, perseverancia, sabiduría y respeto”.

En Noruega

Rándall Brenes vio el nacimiento de su hijo como el momento ideal para tatuarse. Se puso el nombre en la espalda.

“Siempre quise hacerme uno y cuando nació mi hijo, en Noruega me entró el gusanito de hacerlo, dolió un poco, pero más que todo el ardor”, aseguró.

Para él y el resto de seleccionados, que la tinta traspase su piel debe haber un gran motivo, un significado especial, pues saben que un tatuaje es para toda la vida, un tesoro permanente.