En la tierra tapatía

Juan D. Villarreal, enviado

jvillarreal@aldia.co.cr

Una vez dijo el presidente de los Estados Unidos; John F. Kennedy, “No preguntes que puede hacer tu país por ti, sino que puedes hacer vos por tu país.

Estarías dispuesto a perder su trabajo para representar a nuestro país como le sucedió a las voleibolistas Irene Fonseca y Paola Ramírez, durante los pasados Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez 2010 o bien a Héiner Oviedo, del taekwondo, durante los actuales Juegos Panamericanos de Guadalajara.

Fonseca y Ramírez se trajeron al menos una medalla, pero Oviedo solo un cuello ortopédico y un gran susto después de su pelea.

¿Estaría dispuesto a dejar a su esposa recién mejorada en un hospital, con tu hijo de siete meses en una incubadora para competir por su patria, con el temor que algo les pueda pasar ante su ausencia?

Sería bueno preguntarle al marchista Allan Segura, quien vivió esa experiencia, horas antes de emprender su viaje a Guadalajara.

O la misma Shirley Cruz a quien mencionamos en nuestro comentario del fútbol, pues jugó en Uncaf en Guatemala, voló a Francia y menos de ocho días después llegó a Guadalajara para integrarse a la Tricolor en las justas continentales.

Estas son apenas algunas de las historias de los atletas costarricenses que están en esta competencia; es solo parte de los relatos de los deportistas nacionales que con una y mil penurias a veces hacen lo impensable para estar en un ciclo olímpico.

No compiten en las mismas condiciones que sus rivales, tiene menos dinero, menos fogueo y menos apoyo, pero les sobra gana y corazón. Las becas deportivas que otorga el Icoder son apenas un paso, una gota de agua en el desierto, y si alguno gana una medalla y recibe un millón y medio, un millón o medio millón de colones, por ganar oro, plata y bronce, será apenas para pagar una deuda que adquirió para representar a su país.