“Soy un sabio del boxeo, un científico del boxeo. Soy un maestro del baile, un verdadero artista del ring”. No hay duda de que lo era, el más grande de todos.
Fenomenal en el cuadrilátero y polémico fuera de él, Muhammad Alí ha sido el único púgil capaz de recuperar tres veces el título de los pesos pesados.
Conocido primero como Cassius Clay, cumplió 70 años en su ciudad natal, Louisville, estado de Kentucky, el pasado martes rodeado de sus allegados.
Su carácter lo puso siempre en el ojo del huracán. Sus halagos para sí mismo crearon admiración y adversión. “Cuando eres tan grandioso como yo, es difícil ser humilde”, decía constantemente.
Su récord personal no lo dejaba ser modesto. Ganó 56 peleas (37 por nocaút y 19 por puntos) y perdió cinco veces (cuatro por puntos y una por nocaút).
Butista de nacimiento, en 1964, Cassius Clay se convirtió al Islam y cambió de nombre a Muhammad Alí.
El inicio de la leyenda
Tras muchos años como boxeador “amateur” y una inesperada medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, Alí salta al campo profesional.
El 25 de febrero de 1964 venció al campeón mundial de los pesos pesados, Sonny Liston, en Miami. Sólo siete rounds le bastaron para noquear al que él mismo había bautizado como “Oso Feo”.
En 1967, las autoridades le quitaron su título por negarse a sumarse al ejército durante la guerra de Vietnam debido a sus creencias religiosas y no pudo pelear por cuatro años.
Tras un primer tropiezo, al no poder arrebatarle el título a Joe Frazier, en 1974 recuperó la corona en el mítico combate que Alí disputó contra George Foreman en Kinshasa, Zaire.
Cuatro años más tarde, perdió el título ante Leon Spinks, una derrota que sólo tuvo siete meses para digerir, cuando, tras 15 asaltos, la corona mundial volvió a su cabeza al derrotar a Spinks.
El combate más largo de Alí
Tras su retirada del boxeo, en 1981, Alí siguió luchando, pero en esta ocasión con un rival mucho más terrible que cualquiera de sus contrincantes: el Parkinson.
Esta enfermedad degenerativa, que también ha desencadenado alteraciones en la función cognitiva, en la expresión de las emociones y en la función autónoma, se le diagnosticó en 1984 y desde ese año ha demostrado que su fortaleza y grandeza iba más lejos del cuadrilátero.
“Ante la adversidad, este hombre simplemente persevera”, manifestó el pasado sábado su esposa Lonnie Alí, previo a la fiesta privada que le realizaron en Louisville, su ciudad natal, por sus 70 años.
La enfermedad lo ha minado poco a poco, tanto que permanece fuera de la escena pública. Algunos dicen que el problema de Alí se debe en parte a la cantidad de golpes que recibió durante sus años como boxeador, algo que no se ha podido demostrar.
Según su esposa, el llamado “el más grande” del boxeo ya no puede hablar y solo en las mañanas susurra algunas palabras.
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