Alajuela. - Ya usted lo vio anotar su primer gol con Alajuelense. Y lo conoce desde 2009 cuando vino por primera vez a Costa Rica a jugar con Brujas y colgarse después la camiseta del Herediano, de donde no salió bien.
Ese es el brasileño Anderson Andrade, el futbolista, quien nació un 15 de noviembre de 1981 en Sao Paulo.
Pero, ¿cuál su historia de vida? El fútbol fue un “hobbie” para él en su niñez y durante sus primeros años de adolescencia.
“Para mí el fútbol era un vacilón, y lo agarré en serio cuando jugué contra un equipo que era profesional y me ofrecieron quedarme”, recuerda el delantero, de 30 años de edad. “Llegué al fútbol de rebote”, dice, cuando iba a cumplir 17 años.
Su padre los abandonó cuando era apenas un niño y tuvo que asumir la responsabilidad de ser el hombre de la casa.
Desde los 13 años empezó a trabajar. Fue lavacarros, peón de construcción, trabajó en un mercado y después en una empresa donde fue bodeguero.
Su madre se encargó de él y de sus hermanos, Deysi y Luis Carlos y aunque a Anderson le tocaba trabajar y hacer los oficios domésticos, siempre sacó el rato para irse a jugar fútbol.
“Mi mamá trabajaba mucho y me tocaba hacer los oficios de la casa, entonces llegaba de la escuela, los trataba de hacer rápido para después irme a jugar”.
Otro rebote a Costa Rica
Si llegó al fútbol profesional de casualidad, a jugar a suelo tico lo fue más aún.
“Siempre me vacilan mi esposa y mis cuñadas, porque la primera vez que me hablaron de Costa Rica dije que no iba a venir”, recuerda. No conocía mucho del país y, aparte, tenía firmado un contrato millonario en Egipto, pero se complicó y al final llegó arribó a Brujas.
“Duré cuatro días tomando la decisión de venir porque me hubiera quedado cuatro meses sin jugar”, dice. Hoy la ve como una de las mejores decisiones que tomó.
Aquí conoció a su esposa, Dixie Segura y ya tiene una hija, de nombre Juliana, de un año.
“La verdad es que ya no me quiero ir. Me gustaría quedarme viviendo acá”, dice sin rodeos y hasta piensa en naturalizarse, es una de sus ideas hoy.
Suegros le ayudaron
Andrade, además de Costa Rica, jugó en su natal Brasil, en Japón, Corea del Sur y Malta.
Eso haría pensar que ya económicamente tiene su futuro asegurado, pero el jugador dice que no, que nunca le fue bien con los representantes y por ello sufrió cuando en su paso por el Herediano no le pagaban salario al día.
“Estuve en Malta y guardé una plata, pero eso no duraba mucho”, asegura. Agradece a sus suegros, quienes le tendieron la mano a él y su familia en momentos críticos.
“Son mis papás en el país. Hubo momentos difíciles en Heredia y yo lejos de mi país… Mis suegros me ayudaron y me hicieron sentir en casa”, dice agradecido.
Eso es pasado. Hoy vive otra historia en Alajuelense.
Le pagan al día. Lo recibieron bien. Se siente cómodo y la afición lo aplaude. Claro, tiene todavía un reto por delante, que es demostrar en el torneo su calidad, pero sus expectativas son altas.
“Hacer el mejor torneo que he hecho en Costa Rica, tengo esa meta; llegar a un nivel que no he mostrado aquí, sino un nivel más alto, ser campeón del torneo, de la Concacaf y quiero ser goleador”.
Andrade: la persona y el jugador, son uno y viven con pasión. Ahora al servicio de la Liga.
Jugó con Maicon, Elano y Maxwell
Hermes Solano Rodríguez
hermes.solano@aldia.co.cr
Alajuela. -Cuando iniciaba su carrera, Anderson estuvo en Cruzeiro, uno de los equipos más importantes de Brasil y ahí se topó con Maicon y Maxwell, hoy jugadores de trayectoria del Inter de Milán y el París Saint Germain, respectivamente.
Maxwell estuvo varias temporadas en el Barcelona.
“En aquel tiempo ellos ni jugaban y yo sí lo hacía. Tal vez me precipité un poquito, fui ansioso, pero uno escucha la plata y solo piensa en irse”, dice el delantero,. Una oferta del fútbol japonés lo tentó demasiado y optó por marcharse de Brasil.
“Tal vez pude haber aguantado un poco más en Brasil antes de salir al exterior”.
Anderson también jugó con Elano en el Guaraní, otro de los jugadores que hicieron carrera en Europa y que incluso han estado muchos años en la Selección.
Sin embargo, no se arrepiente de las decisiones que tomó en aquel momento.
“Son cosas de la vida y si hubiera pasado eso, no tuviera mi familia hoy”, asegura el manudo.
El contacto con sus ex compañeros lo perdió hace cuatro años, la última vez que conversó con ellos de fútbol y de la vida.
Comió perro y caballo
Hermes Solano Rodríguez
hermes.solano@aldia.co.cr
Alajuela. - Acostumbrarse a comer gallo pinto en Costa Rica no representó mayor dificultad para Anderson Andrade.
El fútbol lo ha llevado a países donde la cocina es extravagante, uno de ellos Corea del Sur, donde probó carne que quizá usted o yo no quiera comer nunca.
“Lo más raro que he comido es carne de perro, que comí en Corea. Me llevaron a un restaurante, me dijeron que era carne y nunca pregunté hasta que me la había comido toda”, afirma, dejando en claro que tenía buen sabor.
“Sabía rico, me lo comí todo, pero si me hubieran dicho antes no me la comía”.
También probó el caballo, pero esa vez con el primer bocado preguntó que fue lo que le sirvieron.
“También comí caballo, y sí noté que era diferente. No me gustó, es muy dura y el gusto es diferente”, explicó este amante de la cocina y de los asados.
Por ello decidió meterse al mundo empresarial al abrir su cafetería y restaurante Fusión, que combina la cocina costarricense con la brasileña.
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