Opinión

Milton Montenegro

Periodista

mimontenegro@aldia.co.cr

La semana anterior critiqué el planteamiento de Jorge Luis Pinto ante México en el estadio Nacional, demasiado timorato, muy defensivo.

Cambió el timonel, se dio cuenta de los yerros, sentó a alguna gente y en el Azteca la “Sele” mostró otra cara.

Jugó mejor que aquí, le tapó más la salidas a los mexicanos y se animó al ataque.

La Tricolor mereció mejor suerte, debió salir al menos con el empate, pero no alcanzó y no se puede llorar por la leche derramada.

Pero la gran interrogante, ¿por qué Pinto no planteó el partido en el Nacional como en el Azteca? Si hubiera sido ofensivo, quizá otra sería la historia, México no se hubiera llevado la victoria y Costa Rica no estuviera comprometida en el tercer lugar, ya superada por El Salvador.

En ese mismo encuentro en suelo mexicano, Joel Campbell salió bravo. Se enojó porque el entrenador lo sacó del partido. Después el joven explicó que a nadie le gusta salir. Tiene razón, a ningún futbolista le agrada dejar el terreno de juego.

Lo malo es que no debió hacer la rabieta de niño que hizo. Joel tenía que tragarse la bronca y después si quería conversar con el entrenador, él es el jefe.

¿Pero qué cree Joel? ¿Acaso cree que como juega en España es intocable? ¿O piensa que como algunos periodistas, jóvenes como él, le dicen crack, es una enorme verdad?

No, Campbell es un buen delantero, con un enorme futuro y ojalá llegue a brillar, a ser una estrella de talla mundial, pero aún no ha logrado nada en el fútbol. Todavía le falta comer mucho pasto, como dicen los entrenadores, aún no ha ganado nada.

Joel debe ubicarse, ser profesional dentro y fuera de la cancha y no comportarse como niño mimado y malcriado porque le niegan el dulce placer de jugar.