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Domingo 22 de abril de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

Kenny Cunningham habló de su adaptación a Japón

Iluminado por el sol naciente

Esteban Valverde

esteban.valverde@aldia.co.cr

Kenny Cunningham nunca imaginó lo que le esperaba: temperaturas de -10°, frijoles solo en su mente y un idioma complicado, esto en la tierra del sol naciente, Japón, lugar que se volvió su país de residencia, al fichar en febrero para Gainare Tottori.

Él en tres meses ya se declara adaptado a esta nación de primer mundo, pero sabe que su familia, compuesta por su esposa Natalia Orozco y su hijo Dyland, están haciendo un gran esfuerzo para acostumbrarse a vivir, literalmente, al otro lado del mundo.

“Para mí fue muy complicado, por el clima y la nieve, pero creo que ya estoy adaptado a eso, después de pasar tanto frío creo que ya me acostumbré, lo que pasa es que a ellos les ha costado más”, comentó el delantero.

Entre las incomodidades que han pasado está el hecho de comer solo los platos conocidos, además de aprender que Japón es un país sumamente caro. Y en la economía por ejemplo, el futbolista puso un ejemplo, una bolsa de arroz de tres kilos cuesta cerca de ¢12 mil y dura aproximadamente 15 días, debido a que los productos no son de larga duración.

“No logramos conseguir frijoles, estamos viendo si los traemos, a mi no me hace falta la comida, mientras me llene estoy bien, pero a mi esposa sí le hacen falta los condimentos, las salsas, yo trato de “terapearla” de que esto es lo que tenemos”, manifestó Kenny.

No les gusta el inglés

El ímpetu de la familia Cunningham- Orozco hace que el idioma no sea una barrera, ya que por iniciativa propia están aprendiéndolo por internet, aunque el jugador es el más quitado.

“Acá no les gusta hablar inglés, es algo extraño, puede ser por lo nacionalistas que son. Sé saludar, pero escribirlo jamás. Mi esposa y mi hijo sí saben un poco, es un idioma que no me nace aprender, porque no es universal, pero mi hijo y mi esposa están ansiosos”, aseguró.

El más pequeño de la familia, Dylan, tendrá su principal reto la semana entrante, cuando enfrente la entrada a la escuela. “Vamos a ver cómo nos va, no hay temor que lo reciban en japonés, porque a esa edad (7 años) todo se absorbe muy rápido”, afirmó.

El exjugador de San Carlos agregó que en infraestructura y tecnología no hay un país como el nipón, aunque en otros aspectos como conseguir la comida es un tema complicado.

“La percepción de tecnología que tenía la cumplí, aunque hay otras, como por ejemplo buscar un consomé, lo cual se nos hizo imposible y tuvimos que ponerlo en el buscador de Google, y enseñarlo en el supermercado para lograrlo”, dijo entre risas.

El actual volante derecho de la Selección Nacional aseguró que lo que más le llama la atención de Tokio es la locura vial que se desarrolla, la cual se traslada a la ciudad en la que él vive, Tottori.

“Acá se maneja a la derecha y eso complica un poco. Me gusta porque es muy tranquilo, la gente es muy respetuosa, pero el caos es impresionante, lo que es Tokio es demasiado loco en lo vial”.

Así es la vida de una familia tica acostumbrada al Caribe, pero que no afronta el cambio a otro continente con cara arrugada y le pone la sonrisa limonense al sol naciente.