Definitivamente, qué dicha que soy periodista porque como adivinadora y pitonisa no hubiera ganado ni para hacerme un gallito de masa. Los pronósticos de la semana pasada me dieron un tremendo mentís y la final, Santos-Heredia, jamás la vi venir.
Me consuela que algunos buenos periodistas, conocedores, reflexivos y analíticos, tampoco pegaron esa serie, pero no quita que no puedo prevenir ni qué día será mañana.
Saprissa y Pérez Zeledón tenían casi todos los boletos de esa rifa, mas ninguno pudo sostener el resultado. El que bosteza, pierde. Da pena que un equipo aguerrido y líder en casi todo el torneo sucumba en el encuentro más importante, donde el temple y la calma mandan.
Por eso algunos afirman que el fútbol es más de razón que de piernas. La actitud mental influye muchísimo; en la cancha se materializa lo que se cuece en las neuronas.
Buen esfuerzo de PZ, pero, como es frecuente en nuestra organización, el equipo sufre una sensible baja, la de su entrenador. Lo lógico es que el grupo se mantuviera unido para alcanzar el objetivo en el próximo certamen.
Y el conjunto morado, por cuarto año consecutivo, verá la final en pantalla led. Los dueños del club deberán iniciar un arduo proceso de autoevaluación para determinar qué falla. Pero algo no anda
bien cuando cambian a un defensa, Fabián Rojas, por tres jugadores (Esteban Ramírez, José Luis Cordero y Olman Vargas) y no lo ponen a jugar ni un solo minuto. Es más Guimaraes le dijo, desde la
fecha seis, que no estaba en los planes. ¿Entonces, quién insistió en canjearlo por tres?
Ahora, José Luis Cordero regresa, pero de seguro cobra muchos millones pese a que tiene como dos meses de no jugar con Herediano, que le dio la mano cuando Saprissa lo mandó a la calle.
Los morados tienen una ardua tarea.
