Uno que otro entrenamiento lo terminaba vomitando, con las piernas adoloridas y prácticamente sin fuerzas.
Aún así, con todo el esfuerzo que hacía día a día, los objetivos trazados no se cumplían.
“Tenía en mi cabeza la incertidumbre de por qué si estaba haciendo los mejores entrenamientos de mi vida no se me daban las cosas. Me costó muchísimo salir de ese bache mental que tenía, me frustré a mitad de temporada porque solo corría arriba de 45 segundos y yo estaba para correr en 44”.
Esos fueron los momentos más duros del velocista Nery Brenes, quien ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos. “Lo sigo diciendo, eso salvó mi temporada”.
Para él aquel momento en Guadalajara solo se puede comparar con el nacimiento de su hijo, que tuvo un ingrediente adicional a la alegría.
“La única diferencia es que cuando iba a nacer Jaden me desmayé, los dos momentos han sido los mejores de este año pero fueron sensaciones muy distintas”, confesó.
Con la llegada de su progenitor, quien ya tiene ocho meses, reconoce que se hizo un hobre más responsable y paciente. Muchas veces no le puede dedicar el tiempo que desea, pero el sacrificio da frutos.
“Para mí nunca ha sido sacrificio nada de lo que hago, mas bien muchas personas desearían hacer lo que yo hago y no pueden por alguna discapacidad, entonces, le agradezco a Dios por las bendiciones que me da día a día”, dijo.
Para el 2012 pide más paciencia. “Sobretodo cuando las cosas no le salen a uno”.
En Londres no quiere prometer nada pero “si nos va a ir bien en las Olimpiadas”.
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