Ciclismo / Andrey Amador

Sofía Quesada Ch.

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La ronda gala poco le cambió la vida, no lo hizo más popular entre el ciclismo español pero sí un hombre más maduro que sabe reconocer y enfrentar las grandes pruebas que pone la vida.

Cuando llegó a Francia el 30 de junio no se imaginó lo que su cuerpo iba a ser capaz de soportaren los próximos 25 días, un esguince grado dos en su tobillo izquierdo en la prueba de ciclismo más importante de todo el mundo.

“Ahora soy más maduro. El Tour me enseñó a ver realmente cuáles son mis límites porque a veces no sabemos hasta qué punto puede llegar el cuerpo, ahora me doy cuenta que lo que antes hacía por así decirlo era de un maricón porque siempre tenemos un punto de más para dar”, confesó.

Las lesiones y los malos resultados no le permiten decir que fue un buen año pero sí el de mayores sacrificios.

“Nunca he sufrido tanto en mi vida, ahora lo veo y sé que ha sido mi mayor sacrificio”.

Sin ningún problema el pedalista reconoce que el Tour le sacó lágrimas; la impotencia de no poder hacer más, el dolor que le producía la lesión y la emoción de poder terminar una etapa más lo hizo llorar.

Amador no olvida cuando un día antes del segundo día de descanso de la ronda valoró retirarse de la competencia.

“Le dije a un director del equipo que ya no podía más y que ya no valía la pena; recuerdo que me dijo: ‘¿cómo? en la etapa plana, la más fácil y se va a retirar, ahora la gente de Costa Rica lo va a matar’. Eso fue suficiente para darme cuenta que no podía defraudar a toda la gente que me apoyaba”.

Ahora Amador sueña con hacer unos buenos Juegos Olímpicos y con otro Tour de Francia. “Siento que se me va a dar la oportunidad tarde o temprano y quiero demostrar que estoy para grandes cosas”.