Hanna Gabriels, campeona mundial de las 154 libras de la Organización Mundial de Boxeo (OMS), esquivó a gente que le hizo daño, como se quita los golpes que le lanzan sus rivales.
Esa fue la principal enseñanza del 2011 de la boxeadora, quinto puesto, del ranking de Deportista del Año.
“Hay que tener cuidado en quien uno confía ciegamente, en manos de quien se pone la carrera y la vida. No es una historia nueva, la gente que está en el medio se encuentra con esas paredes y esta vez me tocó a mi”, expresó la pugilista.
También está aprendiendo a ser campeona del mundo, a perder la intimidad, a firmar autógrafos, a posar para cámaras, estatus que le da su constante exposición en los medios de prensa.
“Me enfrento a cosas nuevas que son más impactantes, a veces siento que estoy en el ojo del huracán. Perdí la intimidad y la verdad, no disfruto tanto de la fama como lo haría una persona más vanidosa. Pero soy una figura positiva y la gente me trata con mucho cariño y amor”.
Hanna dice haber encontrado la tranquilidad. Disfruta de sus raticos con su madre Yolanda Valle, con la que habla por teléfono casi siempre, de su perra Ryhann, a la que lleva hasta entrenar, del amor con su pareja (Bryan “Tiquito” Vasquez) y de las personas que la rodean.
“La verdad es que han pasado cosas diferentes, muy duras algunas, pero ninguna logra opacar las cosas buenas. Dolieron, pero se superan y a raíz de eso uno es más fuerte y recibe la recompensa”.
Con ese espíritu espera el 2012, donde pretende defender con éxito el título, crecer como profesional y seguir siendo un ídolo para la gente.
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