San Carlos.- Deyver Vega, el joven delantero del Deportivo Saprissa, asimiló el golpazo del sábado en el Rosabal Cordero donde, en solo dos minutos, pasó de la gloria al infierno por la acumulación de dos tarjetas amarillas.
“Ahora queda ponerle el pecho a las balas”, expresó el muchacho quien, con apenas 12 años, dejó la calidez de su hogar en Ciudad Quesada, en San Carlos, para venirse a San José con la idea de llegar a ligas menores del Saprissa.
Sus primeros pasos en el fútbol, los dio al lado de su padre, del mismo nombre y, exintegrante de San Carlos y Alajuela, cuando por las tardes compartían en un lote cercano a la casa en Ciudad Quesada.
Luego, a los 10 años, fue reclutado por Juan Bautista Zamora en su “Escuela Carioca”.
“Estoy orgulloso de mi hijo”, expresó su padre hoy con 48 años y 16 de trabajar para el Banco Popular.
Primer campanazo
La primera amonestación la recibió al minuto 53 cuando consiguió el 1 a 1 con el cual le empataron al Herediano.
“Sentí haber conseguido el gol anhelado. El que me quitara la camisa no sólo fue una reacción a ese sentimiento, sino que llegaba en un clásico. Quise celebrarlo al máximo”, argumentó el muchacho que se lo dedicó a su hermana María Gabriela que tiene cinco meses de embarazo de una niña a quien llamarán Samanta.
La anotación llegó por un mal rechazo de Waylon Francis de quien, precisamente, estaba a la expectativa.
Francis, por cierto, desconocía que Vega estaba a un lado suyo.
“Al llegar el balón, comencé a ensayar esa diagonal que todos los días practico en los entrenamientos. Una vez más, busqué el remate con la intención de poner la bola en el palo más largo”, explicó el delantero.
Deyver cree haber caído ante sus propias emociones porque, de otra forma, nunca debió quitarse su camiseta.
“Ahora entiendo que uno siempre tiene que tener la cabeza fría. Esta experiencia resultó dura y amarga. Sin embargo, me ayudará porque aprendí una lección que nunca más me volverá a pasar”, puntualizó.
Segundo campanazo
Al minuto 55, dos minutos después de la anotación, le mostraron la segunda tarjeta amarilla cuando, a criterio del árbitro Vinicio Mena, simuló una falta mientras ingresaba al área florense.
“Yo sentí un contacto por parte del defensor herediano y, me tiré al suelo. Sin embargo, ignoro si realmente fue penal”, aclaró con honestidad el muchacho minutos después de terminar el juego.
Al padre, con el cual habló por teléfono una vez concluido el juego, le reconoció que “tal vez se había extralimitado en la dramatización”.
El papá de Deyver, se retiró del fútbol en 1995 después de padecer una larga lesión de meniscos y ligamentos cruzado en su rodilla izquierda.
“Es feo pasar de la gloria al fracaso de un momento a otro”, añadió el muchacho que aclaró que era la primera vez que algo así le sucedía.
“Así son las cosas. Hoy me tocó a mí y debo aprender. Estoy seguro que esto no me volverá a suceder”, agregó con gran humildad.
Colaboró CarlosHernández, corresponsal GN, San Carlos
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