Londres. - Johan Blake es el ser humano más veloz de de la tierra. Usain Bolt no es humano.
No puede serlo, único en ganar los 100 y 200 metros olímpicos, en dos ediciones consecutivas. Bolt es el apellido de un “show”, de un fenómeno comercial pero no de un terrícola. De fijo no lo es.
No podría decirles de qué planeta vino -pese a que pasaporte dice Jamaica- pero sí puedo contarles dónde encontrarlo. Está en la camiseta de muchos aficionados en Londres, con esa silueta estampada, simulando un hombre que apunta al cielo.
Está corriendo en la pantalla gigante en el mall. Está en los primeros libros que uno se topa en la librería. Está en la sonrisa de muchos jamaiquinos que han venido a Londres a ser testigos de su grandeza. En la mente de un vendedor ambulante senegalés que intenta ganarse unas libras vendiendo pulseras de Gran Bretaña (obvio) y de Jamaica (¿por quién será?). Está en el centro de la mesa, con los también jamaiquinos Yohan Blake, a su derecha, y Warren Weir.
Está divirtiéndose en la conferencia de prensa, pese a que son las 11:24 p.m. y suma ya dos horas y media desde que terminó la carrera: celebró, dio la vuelta olímpica, payaseó, tomó una pose y la otra, dio más entrevistas, recibió la medalla (una hora después de ganar), dio más entrevistas a la televisión, luego entrevistas a los periódicos y agencias, hasta llegar a la conferencia, donde cansado, aún tuvo arrestos para mostrarse por momentos jocoso, en otros reflexivo, en algunos con la actitud de alguien que se cree el mejor del mundo.
Y lo es. Está sobrado y no teme decirlo con palabras o con gestos, como anoche mismo, cuando se puso a hacer largatijas en plena pista después de correr los 200 m.
Se llama así mismo “leyenda”. Y lo es. Advierte que debe buscar un nuevo reto que lo motive. Que si no es en atletismo, tal vez en futbol. “Soy volante lateral”.
Muestra, sin embargo, algo de mesura cuando le preguntan si ya entró al nivel de Pelé, Jordan o Alí. “No sé, prefiero que la gente decida”. También baja la cabeza ante Bob Marley. “Yo solo sigo sus pasos, porque quiero que Jamaica sea un mejor país”.
Quién no sabía dónde está Jamaica, ya debe haber buscado en el mapa esa isla, tierra del uno-dos-tres de la noche, con el podio Bold-Blake-Weir.
Solo Blake pudo hacerle cosquillas, el único que después de la curva parecía capaz de acompañarlo en la recta final. Le siguió el potente paso por un tramo, pero llegado el cierre, Bolt hasta tuvo la oportunidad de llevarse el dedo a los labios: ¡silencio!
Sus 19.32 segundos no rompieron el récord mundial ni el olímpico (en su poder ambos con 19.19 y 19.30), pero de igual forma resultaron imposibles de seguir para los rezagados. Entonces, si Bolt no lo es, el medallista de plata en los 100 m. y 200 m., su compatriota Blake, debe ser declarado el hombre más veloz de las Olimpiadas.
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