Deportes
Viernes 3 de agosto de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

Hay desde estampillas hasta legos olímpicos

Los Juegos son un “mall”

Anotion Alfaro, enviado

analfaro@aldia.co.cr

Los Olímpicos son un “mall”. O el “mall” son los Olímpicos. Más lo primero que lo segundo. Ya no lo tengo muy claro.

Phelps gana otro oro, la marca de juguetes Lego vende figuritas especialmente lanzadas para los Juegos. Federer y Djokovic avanzan, la gente hace fila en el local de Coca Cola exclusivo para vender e intercambiar pines, el “Dream Team” le anota 156 puntos a Nigeria, las tiendas de souvenirs también pretenden darnos una paliza: vasos, lapiceros, alcancías, jarras, muñecos, carritos, llaveros, relojes, camisetas, gorras.

Hasta las librerías quieren subirse al podio y reciben a sus clientes con los estantes llenos de ejemplares deportivos: historia de los Juegos, el libro de los afiches históricos y una edición especial de los hombres más rápidos del mundo (la historia de los ganadores de los 100 m.) ¡Adivinen con quién en la portada!

Hay estampillas de correo olímpicas, monedas olímpicas, billetes olímpicos. ¿Billetes olímpicos? Mentira, solo eso me falta ver, pero no creo que a su Majestad le haga mucha gracia que la quiten para poner una imagen de la mascota Wenlock. Por cierto, en su versión de muñeco de tela ya están en rebaja.

Lochte cae en los 200 metros combinados ante Phelps, su compañero y rival, y yo siento lo mismo cuando en una tienda del “Westfield”, el “mall” justo al lado del Parque Olímpico, encuentro a precio de cinco libras (casi 4.000 colones) el autobús conmemorativo, de esos rojos de dos pisos, que en la tienda frente al Centro de Prensa me costó el doble. Así son los Juegos Olímpicos: un descuido y te sacan la plata, el oro y el bronce. Al menos Lochte sabía quién podía darle por la cabeza. Al menos él sabía qué le podía salir, mientras en la tienda de Lego, niños y grandes palpan, exploran y tratan de adivinar qué figurita de la colección hay adentro: un nadador, un tenista, un boxeador, un tirador con arco, un levantador de pesas, un atleta de relevos... cualquiera podría ser, como en los tiempos en que uno compraba postales. ¿Cuál le gusta?, le pregunto a un señor de unos 50 años. El boxeador, me dice sonriente. Yo me resistía a caer en la trampa, pero al final salí con dos.