PERIODISTA
Dos noticias se dieron esta semana en el fútbol. La primera atañe solo a Costa Rica y la segunda a nuestro país y a todo el balompié mundial.
Joel Campbell viajó a España para unirse al Betis, sin duda un gran paso en su carrera. Ni lo pensó, dijo Campbell cuando le ofrecieron jugar en la Liga BBVA, con el sexto equipo con mayor afición en España.
El delantero pasó a la liga más importante del mundo, según la Federación de Historia y Estadística, donde todos los futbolistas desean estar, donde se encuentran los dos mejores clubes del planeta.
Ahora depende de él aprovechar, abrirse camino, dejar huella y por fin dar el salto al Arsenal inglés, tiene las condiciones, pero con solo eso no le alcanza. Debe esforzarse, pulir las deficiencias, escuchar, cuidarse en el aspecto personal y madurar.
En la élite no se puede andar con medias tintas dentro y fuera de la cancha, tal y como hizo aquí; emocionado anunció que iba al Betis y el día de su salida manifestó no saber nada, que el viaje era para Inglaterra y que de la institución española nadie le había hablado. ¡Cosas de niño!
La otra noticia se dio el jueves, la FIFA autorizó el uso de la tecnología en los encuentros de fútbol. El ojo de halcón (varias cámaras de alta velocidad dispuestas en ángulos diversos), y el chip inteligente que enviará una señal a los árbitros cuando la pelota cruce la línea de gol, será de gran ayuda para los jueces, quienes ya ni con cinco de ellos en el campo logran acabar con los horrores. La tecnología le quitará la esencia al fútbol, saldrá a decir el analista Ramón Luis Méndez y quién sabe cuántos árbitros más, pero la esencia se la arrebatan los jueces con sus errores, quienes suelen escudarse en la excusa de que errar es de humanos. Estoy convencido de que la ciencia mejorará y le dará fluidez al deporte rey. Su sola presencia lo hará más interesante.
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