Fatal el árbitro Allen Quirós: el penal de Waston sobre Alpízar nunca existió

Franklin Arroyo

Redactor

Esa facilidad con la que Alajuela encontró el cuarto gol, el regalito con lazo del árbitro Allen Quirós (pues Alejandro Alpízar se tiró) en el penal inexistente a favor de la Liga, las bondades de la defensa contraria, el pressing inexistente de Pérez Zeledón, el rival de risa, difícilmente lo encontrará el campeón en otro juego.

El 4 a 0 no fue más amplio porque la Liga no quiso. Porque no fue ambiciosa.

Porque con el juego resuelto, la tocaron y la tocaron, ensayaron algunas jugadas y hasta cedieron la iniciativa al rival, para dar trabajo a la defensa.

Fue un partido irremediablemente desigual. Es insultante si usted quiere, que un equipo a media máquina, que ni siquiera utilizó a elementos como Sancho o Salvatierra y la consabida gente sancionada, gane de forma tan sencilla ante un similar de primera división.

Fue como cuando un perro pela los colmillos, frunce el ceño, gruñe y con eso le basta para meter miedo. Ayer, fue un “guerrerito” asustado e inofensivo el que salió corriendo.

Piedad y sinceridad

De Alajuela ni siquiera podemos decir que arrolló. Simplemente, las diferencias se fueron reflejando en un marcador, que por pura piedad manuda, no fue mayor.

Porque si Alajuela le mete la intensidad con la que jugó ante el Galaxi o contra el Motagua en Honduras, nos cansamos de anotar goles en la libreta.

Le bastó con el colmillo de Oviedo en el medio campo, la maña de Alpízar y la picardía de Guevara, en la línea delantera, y el orden defensivo para doblegar a su rival.

Bien el reencuentro de Alpízar, mejor el gran momento de Guevara y esperanzador el regreso de Davies al que le falta confianza, ritmo y más minutos.

De aplaudir Verny. Sólido por esa banda derecha, con ganas de quitarle el protagonismo a Salvatierra, pero a su estilo, con un perfil más bajo, de a calladito.

De Vianney quería ver más. Se enredó en sus mecates. Kenner, en cambio, gusta cada día más.

Lástima

Pérez da lástima. Deambula en el campo, no presiona, no arma juego, no tiene sangre, ni velocidad, ni gol, ni creación... nada. Realiza algún intento, hace esfuerzos individuales, pero no alcanzan para inmutar a ningún rival, ni aunque fuera de segunda.

Allí parecen destinados, si no hay cambio de mentalidad. Ni siquiera anotan de penal. Otro regalo del árbitro, para “emparejar” la cuenta, que Allen les obsequió y que García tiró fuera.

Quien sí acertó con sus palabras fue el señor Restrepo, sinceras y directas, para tocar el orgullo de sus pupilos: “Nos faltó dignidad”... Y también vergüenza, diría yo... don Carlos. Hasta “Machillo” dio su impresión del rival. “Por momentos tuvieron posesión, pero sin profundidad”. En el idioma fútbol, eso es nada.