Opinión

Roxana Zúñiga Quesada

Periodista

La jornada de este fin de semana será de sumo interés y las matemáticas estarán tan de moda como el arroz con pollo y los frijoles molidos en la mesa dominguera.

Casi todos los partidos son importantes y definen la clasificación a la siguiente etapa.

En Pérez Zeledón, el líder se juega esa posición de privilegio ante Liga Deportiva Alajuelense, que debe ganar sí o sí para seguir respirando agónicamente.

Todo el tanque de oxígeno que los manudos gastaron en su repunte espectacular lo dejaron escapar en el compromiso ante San Carlos, cuando un ordenado y diligente conjunto norteño consiguió enmudecer (al extremo de que se oía el estornudo de los zancudos) a un Morera Soto a media taquilla. Salvo un mágico encuentro de números y coincidencias en otros resultados, los hijos de los mangos irán a casa a reflexionar sobre cómo se puede ser tricampeón y solo unos

meses después quedarse en la puerta de la gran fiesta.

Los heredianos pueden contar la misma historia: de subcampeones casi seguro pasarán a

mirones.

Demasiado pleito interno no es un buen abono para el árbol del triunfo, cuyo fruto demanda cuidados y profesionalismo. Ahora debe enfrentar a un Saprissa en una cueva repleta, con el ímpetu de que pueden conseguir el primer lugar si los de Pérez Zeledón sucumben ante Alajuela.

Mientras Cartago y Santos pueden sumar con calculadora propia. Así Pérez Zeledón y los morados ya tienen palco, mientras los paperos y los guapileños dependen de sí mismos.

Cuando un torneo llega a su último partido de clasificación y aún no se sabe un 50% de los elegidos es sinónimo de emoción e interés.

Eso satisface a los aficionados y le pone picante a un fútbol que necesita mucha salsita.

A disfrutar.