“Yo era un jugador fuerte, no aguantaba nada. En mi tiempo el jugador se iba con todo y bola, si me hacían algo, al rato me sacaba el clavo”. El relato del exfutbolista, José María “Macho” Agüero, retrata al jugador de antaño que en la cancha no le temblaba el pulso para arremeter contra quien se le pusiera enfrente.
Él forma parte de los jugadores más terroríficos en la historia del fútbol tico, que sembraban miedo con sus duras entradas.
“No era malintencionado”, aclara e insiste con orgullo que “en la calle, la gente me reconoce todavía y en especial los saprissistas, que dicen que fui muy grosero con sus jugadores”.
“Macho” Agüero militó en los setentas en Liga Deportiva Alajuelense, club con el que aparte de brillar por su calidad futbolística, destacaba por su faceta de “hachero”, como se les tilda a los rudos del balompié.
Entre su vasto anecdotario recordó un duelo que libró contra el exjugador Emilio “Pity” Valle.
“En un partido contra Cartago “Pity” me desmontó la mandíbula, salí unos minutos para que el doctor me la acomodara; entré con la mala suerte de que a “Pity” lo pasaron de defensa y no me lo encontré más. ¡Viera cómo quedé... chivísima! Sin embargo, un año después, él pasó a Saprissa y ahí sí, en una jugaba le entré duro, lo agarré con todo y bola... el hombre perdió un testículo. El árbitro pitó a favor mío, eran otros tiempos, uno sabía dar, pero nunca con la mala intención”.
¡A mí me quebró Mills!
Como Agüero, por las canchas nacionales desfilaron hombres duros que metían miedo con sólo poner un pie en el campo.
Caso específico el del zaguero manudo de origen limonense, Rodolfo Mills, cuya corpulencia lo convertía en un muro impasable en la cancha.
El exvolante del Cartaginés, Miguel Calvo, lo recuerda por una anécdota específica.
“¡A mí quebró!, explicó al recordar un día negro para su carrera deportiva. “Fue en un partido contra la Liga aquí en Cartago. Yo rematé y cuando sentí, fue una entrada por detrás. Me fracturó la tibia, pasé siete meses sin jugar y hasta me pusieron una platina. Mills era muy duro, pero un gran defensor”, añadió sin dejos de resentimiento.
José Antonio Pastor, periodista e historiador, reseñó a varios futbolistas recios como Carlos “Pata” Jiménez, Jorge “Pavas” Alfaro y Freddy Méndez.
A “Pata” Jiménez lo describió como “un tipo muy fuerte, con muchas agallas, para llevárselo había que “matarlo”.
De Méndez contó un hecho puntual: “una vez en un encontronazo le partió la nariz a Óscar “Boina” Solano”.
Asdrúbal “Yuba” Paniagua también pasó por las piernas de un “duro”: “Carlos Luis García me sacó un año del fútbol por una plancheta en la rodilla”.
La leyenda mexicanista, José Manuel “Chinimba” Rojas, repasó el historial del fútbol tico para poner en la mesa al ramonense Derbin “Papusa” Barboza, al moraviano Guillermo “El Caballo” Otárola, al liguista Víctor “Palomino” Calvo, además del caribeño Sidney “El Tigre” Brown
De este último apuntó: “había que cuidar la bola, la cancha y cuidarse del tigre, era fuertísimo”.
En las últimas décadas, los rudos han sido Luis Enrique Galagarza, Mauricio Montero, Héctor Marchena, Maximilian Peynado, Carlos “La Mula” Angulo y recientemente, Berny Peña, Cristian Oviedo y Gabriel Badilla.
El temible “Matapín”
Su nombre remite a una de las leyendas urbanas del fútbol costarricense: Jorge “Matapín” Ramírez Mora.
Leyenda por una sencilla razón, el pundonor con el que disputaba la pelota lo convirtió en un hombre temible para quienes lo enfrentaban.
Se desempeñaba como zaguero central.
“Ese hombre le “traboneaba” la pelota a uno hasta con la cabeza”, recordó el exjugador cartaginés Miguel Calvo.
El periodista Javier Rojas González lo describió así: “Jugador recio, muy violento y mal intencionado, le cobro todavía la lesión del portero Sergio Salazar del Herediano, a quien le quebró la muñeca luego de que le paró un penal”.
Ramírez vive actualmente en Ciudad Quesada, San Carlos, tiene 60 años.
Al Día lo contactó por teléfono para charlar de su carrera deportiva, pero sólo se limitó a decir que “yo no hablo de eso ni tampoco doy declaraciones y cortó la llamada”.
“Matapín” jugó en Guanacasteca, Ramonense y los “Toros del Norte” entre mediados de los setenta y los ochenta.
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