“El Popeye” Herrera y Luis Roberto Sibaja “fracasaron” en la Liga porque no fueron campeones. Pero el tricampeonato manudo se gestó en el trabajo de ambos, en su apuesta por los jóvenes y esa revolución generacional dolorosa pero con buen final.
Saprissa pasa por lo mismo y Guimaraes será un peón caído en ese eslabón hacia un mejor horizonte morado. En pocas horas será destituido de la “S”, ( en realidad no será recontratado) acorralado por una afición que no perdona y un medio donde el fracaso se mide solo por títulos.
El trabajo de “Guima” no dio frutos en esta temporada, pero los dará a corto plazo, cuando él no esté. Su pecado fue no devolverle a la masa morada el orgullo mancillado durante tres temporadas por su archirrival. Además, en esa metamorfosis el equipo fue un día oruga y otro mariposa, pero nunca desplegó las alas para volar. Pero volará… Tiene jóvenes de mucha calidad y un presidente reflexivo, que aún en las peores tempestades nunca arruga la cara. Tanto él como el cuerpo técnico son presas de un medio futbolero donde cada proceso sufre por el corto circuito de los malos resultados. Cambiar eso es casi imposible en un país apasionado y cortoplacista en todos sus quehaceres.
Si Guimaraes se queda, cada partido del Saprissa será una guerra sicológica para él y sus muchachos.
“El Saprissa gana los partidos que tiene que ganar”- había dicho “Guima”.. Pero perdió la ventaja deportiva ante Herediano y eso le costó no ir a la final, tras un pésimo juego frente a Santos.
En el futbol y en la vida la soberbia no se perdona, pero se le disimula a los ganadores… Y si no que lo diga Mourinho. Cuando los soberbios caen, no hay manos amigas a su disposición, pero sobran aquellas dispuestas a sumarle un puñado de tierra a su tumba. Y a Guimaraes hoy le sobran enterradores.
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