La observé en una tienda en Argentina y de inmediato la compré.
Es una camiseta como cualquier otra, solo que al frente se lee: yo vi a D10S.
Quienes me la han visto la piropean, algunos entienden el mensaje, otros preguntan qué es eso “D10S” escrito con el número 10 entre las dos letras.
Quince años después de su retiro como jugador, así le llaman los argentinos a Diego “Pelusa” Maradona, el “D10S” del fútbol.
Para ellos Maradona fue el más grande. Sí, fue de los mejores del planeta. Condujo a la “albiceleste” a ganar el Mundial de 1986.
Desde 1978 hasta 1997, cuando se retiró, obtuvo 35 reconocimientos, tanto en su país como en todo el mundo, por eso en esas camisas que son un recuerdo a su trayectoria, cualquier leyenda vale la pena.
No lo vi jugar en un estadio, pero recuerdo los videos de sus partidos.
Tal y como recuerdo aquel juego eliminatorio en el Saprissa ante México, fue en setiembre del 2009, perdimos 3 por 0 y durante el choque, a Javier Aguirre, técnico azteca, se le podía leer en sus labios: “Costa Rica no tiene nada”.
Yo pensaba: ¿y ahora quién podrá defendernos?. Quizá nuestro “héroe” estaba en el estadio, pero sentado en las gradas.
Igual dije: ¿y ahora quién podrá defendernos?, cuando el 14 de octubre del 2009, la “Sele” empató a dos con Estados Unidos en Washington y se nos esfumó el boleto directo al Mundial.
¿Y ahora quién podrá defendernos?, casi grité cuando en los Mundiales del 2002 y 2006 la Tricolor quedó eliminada. Nuestro “héroe” no apareció.
Yo ansiaba verlo en la cancha, no con antenitas de vinil, pero con la camisa tricolor, “revolucionando nuestro fútbol”.
No apareció al llamado de: ¿Y ahora quién podrá defendernos?, pero qué iluso fui, cómo pude engañarme y no darme cuenta sino hasta ahora, que el Chapulín no jugaba fútbol.
