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Domingo 28 de octubre de 2012, Costa Rica
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Opinión

El secreto de Hernán Medford

Antonio Alfaro

Editor

analfaro@aldia.co.cr

Lo hemos visto tirar la gorra como don Ramón en el Chavo del 8, desgarrar una capa como Hulk, madrear a los diputados como... mmmm... ¡como diputado!, retar al estilo boxeador de Don King en vísperas de una pelea millonaria, pero por más hablador, berrinchoso o peleonero, algo especial tiene Hernán Medford, que por alguna indescifrable razón sale a relucir ante los equipos mexicanos.

Su gol en el “Aztecazo” pudo ser hasta casual, pero el destino le dio ese honor a quien, bocón, había llegado a México asegurando que la selección azteca ya no era el gigante de la Concacaf. A cualquier otro le pudo tocar la gloria de empujar aquel rechazo del guardameta, pero fue a él, incluido de cambio. Digamos entonces que Medford tiene “estrella”.

No creo sin embargo que baste con el favor del fútbol para derrotar en cuatro ocasiones a equipos mexicanos enfrentándolos con clubes centroamericanos. Y digo más: si hacerlo con uno de los mejores Saprissa de los últimos años no era comida de trompudo, mucho menos con Xelajú.

Gran estratega no lo creo. Incluso doy algo de crédito a quienes atribuían buena parte de sus éxitos al trabajo silencioso de quien fuera su mano derecha, Óscar Ramírez. Interpreto: Medford aportaba pasión, coraje, convencimiento; Ramírez análisis.

Hoy, tonterías de las circunstancias, ante el triunfo del Xelajú de Medford y la goleada a la Liga del “Machillo”, hay quienes ponen en duda el papel del alajuelense en aquel dúo ganador.

Otros comparan el nivel de uno y otro rival. Y aunque el Chivas derrotado por Xelajú posiblemente no le llega al Tigres que humilló a la Liga (posiblemente tampoco el Real Salt Lake eliminado por Herediano) tampoco tiene mucho sentido sopesar los méritos y descréditos. Babosadas hipotéticas, sin posibilidad de comprobación.

Me entusiasma más el secreto de Medford. Sospecho de una palabra, por él sentida, transmitida a los jugadores, asimilada, inesperada por los mexicanos, convertida en planteamiento táctico: atrevimiento. ¡Creérsela!, diría él.