Al final del juego de antenoche en el estadio Ricardo Saprissa, el defensor Víctor Cordero se fue para su casa en San Antonio de Desamparados donde cenó con su esposa Sigrid González y sus hijos Ariel, Julen y Thiago, de 12, 10 y dos años, respectivamente.
La pareja, con 14 años de casados, no pudo irse a la cama sino hasta la medianoche, cuando, finalmente, los niños cayeron vencidos por el sueño tras una noche de inusual excitación.
El papá, no en vano, acababa de retirarse, luego de defender con hidalguía la camiseta morada durante los últimos 27 años.
El matrimonio abordó los últimos temas relacionados con el homenaje de despedida recibido y, pronto también fue presa de la fatiga.
“No tuve ningún problema para dormirme”, expresó Víctor, quien ayer se despertó a las 6 a.m. porque iba de paseo con su familia donde unos amigos y parientes en la zona de Los Santos.
Al preguntarle cuál había sido su mayor preocupación como futbolista respondió: “siempre procuré honrar las enseñanzas de mis padres Flor Eva Flores y Luis Rodrigo Cordero (q.d.D.g.)”.
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