Acostumbrarse al trajín de la cultura londinense no se hace de la noche a la mañana, y aunque acepta que le costó los primeros días, hoy se conoce al dedillo los atajos, metros y las formas más rápidas para llegar a su destino en la ciudad de las Olimpiadas.
El reportero Luis Fernando Jiménez de Deportes Repretel nos contó esos detalles que suceden detrás de cámaras, durante la demandante cobertura de una cita olímpica.
Su base de operaciones está en Devonshire Street, de allí él y su camarógrafo Luis Chinchilla salen disparados a las sedes deportivas. “Al inicio tardábamos 30 minutos porque no nos ubicábamos, ahora son 15 porque hay un metro más rápido a las sedes deportivas”, contó.
La diversidad cultural es tan amplia, describió, que se siente en una torre de Babel. Escuchas árabe a la izquierda, japonés a la derecha, obviamente el inglés refinado británico y la lista de idiomas continúa mientras se avanza la calle.
“Nadie se mete con vos en nada, son muy respetuosos con tu cultura, con la vestimenta, hasta en temas más fuertes como el homosexualismo o racismo, no se ve ningún irrespeto hacia esto”, relató el comunicador.
Al cruzar la calle recordó que debe mirar primero a su derecha, aunque la costumbre lo traicione, pues en Inglaterra se conduce manteniendo la izquierda.
“No he visto cucarachas, ni moscas y solo tres huecos. Lo que no me gusta es el diseño de los taxis. En términos generales la ciudad es muy limpia y ordenada. En el metro los tumultos son exagerados y como es típico de los europeos hay fuertes olores, pero son manejables”, relató.
Al consultársele sobre precios para darnos una idea, nos explicó que comprar un refresco le cuesta ¢1.500 (más barato que comprarlo a un vendedor en un concierto del Estadio Nacional, a ¢2 mil) y un tiquete de metro ¢3.500 válido por todo un día. Así es Londres, caro con o sin Olimpiadas.
Entrevista no, foto sí
Previo al inicio de las justas “Fercho”, como popularmente le llaman, se topó al tenista #2 del mundo Novak Djokovic.
A éste no se le despegaba un guardaespaldas serbio de 2 metros de altura. Jiménez pellizcado intentó sacarle unas palabras al tenista, pero el gigantón se le atravesó.
“Nole”, más amable, tranquilizó los ánimos, no le habló pero si posó para la foto.
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