Deportes
Domingo 29 de julio de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

El “bautizo” de los Juegos

Los queridos Wenlock y Wiggins

Antonio Alfaro, enviado a Londres

analfaro@aldia.co.cr

Corre, nada, juega tenis, baloncesto, anda en bicicleta... Wenlock aparece en la pose que sea por ganarse a la gente, sacarles una sonrisa a los niños y la billetera a los padres.

¡Como han cambiado los tiempos! En la mitología griega un “bicho” con un solo ojo, llamado Cíclope, ponía a temblar a los mortales. Sin ir tan lejos: en tiempos de las películas espaciales, cualquier criatura de semejante defecto estaba en el bando de los malos. Ahora, en cambio, en Londres 2012, a Wenlock lo venden como muñeco, pin, llavero y lapicero, jarra, en vaso y en cuanta cosa usted puede imaginar.

Mal no me cae, aunque ni siquiera sé distinguir entre Wenlock y Mandeville, la mascota de los Paraolímpicos venideros. Son la misma cosa, pintadas diferentes.

Por cierto, no termino de encontrarles la forma. Aunque parecen parientes lejanos de los Teletubbies, leí en internet que según sus creadores son dos gotas de soldadura derramadas en la última viga colocada del estadio olímpico. ¡En fin! No importa. No es culpa de las pobres mascotas.

¡A todo esto! ¿Son masculinas o femeninas? ¡¿O de todo un poco para que nadie se resienta?!

Al menos es simpática. No todo en los Juegos lo es. Menos para los habitantes de Londres que ayer en el primer día de competencias encontraron la mañana vuelta al revés. Calles cerradas, incluso para peatones, debido a esta o la otra competencia; estaciones del metro que en algún momento solo pueden ser usadas por personas relacionados con los Olímpicos, alguno que otro tumulto...

Encima perdieron sus figurones del ciclismo: Cavendish, Wiggins y Froome.

A Wiggins lo encontré en una esquina una hora después de terminada la competencia. En realidad no fui yo. A decir verdad, iba viendo las británicas piernas de una rubia decoradas con las bandera. ¿Es pintura o media?, me preguntaba cuando el puñado de gente se abalanzó sobre el auto negro, con bicicletas en el techo, a la espera de la luz verde del semáforo. Como buen tico, no pudo quedarme sin saber porqué tanto alboroto. El reciente ganador del Tour, seguro aún de buen humor por la ronda gala, bajó la ventana, saludó y hasta permitió que un aficionado inglés se le pegara en la ventana para fotografiarse con él con el celular.

La luz cambió de color y con aún fresca una derrota dolorosa para Gran Bretaña, Wiggins partió ovacionado. A lo mejor es tan simp´´atico como Wenlock.