Plebeyos, soldados, nobles, duques y duquezas, muy a la británica, el tenis es la monarquía de los Juegos. Juraría que hasta el Príncipe y el Mendigo se dan cita en Wimbledon. ¡Y también este mortal!
Si alguna vez un periodista se infiltró en el Palacio de Buckingham por una semana, haciéndose pasar por mayordomo, por qué no iba a funcionar en “la Catedral” del tenis el disfraz de fotógrafo olímpico.
Cada quien en su lugar, este mortal al lado del escenario en el Centre Court, es testigo casi inmóvil de la puesta de todo en su punto para el momento exacto. La servidumbre corre, la alfombra verde queda al descubierto, la única que aloja un Grand Slam sobre césped, la superficie original sobre la que se jugaba tenis. La plebe aplaude, la red es colocada en su lugar. Un par de toallas blancas son cuidadosamente acomodadas en la silla donde estará Su Majestad. En cinco minutos la ceremonia puede iniciar.
Sir Del Potro ingresa ovacionado, el monarca le sigue con no menos aclamación. Esta vez visten de fiesta, de rojo uno, de celeste el otro, con un dejo de informalidad, sin el blanco de pies a cabeza del Wimbledon tradicional.
No por ello hay menos magnifencia. Los recoge pelotas están más firmes que soldados en el Buckingham. Aquellos de rodilla en suelo, estas muchachitas a un costado de la red, más parecen velocistas olímpicas en posición salida. Listas par ir por la pelota, tirarla y volver al en “sus marcas, listos... Tan cerca estoy que veo sus rodillas empolvadas y con el césped marcado.
Ningún esfuerzo sobra. La realeza ha llegado de todas partes: el duque de los Lakers, Sir Kobe Bryant, toma asiento. De las comarcas de la NBA, también se presenta el argentino Luis Scola. El rey “Midas” Bill Gates no quiso quedarse atrás. Dicen que la reina Elizabeth II, ya no asiste con tanta frecuencia. No extraña, en cambio que aparezcan Guillermo y Kate... Si en alguna sede olímpica podría encontrármelos, sin duda sería en esta, donde la sangre azul se da cita desde que fue abierta en 1922.Wimbledon es a los Olímpicos lo que el Palacio a la monarquía. Pronto da inicio la ceremonia y en las primeras jugadas reina un absoluto silencio.
Clic clic clic. Mi cámara hace ruido y temo importunar.