Acababa de saludar a los jugadores y, al cuerpo técnico del equipo ganador, cuando de pronto, Mauricio Wright observó a su hijo Shandon de 12 años, sentado en una de las gradas que dan acceso a la gramilla del estadio del Municipal de Pérez Zeledón.
Al acercársele, el niño lloraba desconsoladamente, porque el equipo de papá había sido eliminado de la semifinal del Campeonato Nacional, por el Club Sport Herediano, al caer derrotado por 2 goles a cero.
“¡Ese ha sido el momento más duro en mi vida! ¡El descubrir a mi hijo en ese estado me hizo llorar. Estuve a punto de colapsar!”, recordó el técnico.
Sin embargo, agregó, no podía caer en ese mismo estado porque lo correcto era aclararle, contrario a lo que podía pensar, que era parte de algo que quizás sería posible.
Tranquilizó al niño con la máxima de que el fútbol da revanchas con tiempo y trabajo responsable.
“Para ser campeón hay que sufrir. A mí me pasó en Brujas”, recordó.
Hoy, casi una semana después, Mauricio aún no se repone de la descalificación.
A continuación un extracto de la entrevista.
-¿Cuál es su balance de su paso por Pérez Zeledón?
Positivo en la primera fase porque cumplí con mis objetivos de clasificar como lo establecí al llegar al equipo. Quiero ser honesto: nunca pensé que seríamos líderes por tanto tiempo. No porque no hubiera capacidad sino debido a que ese papel era para un Alajuela tricampeón, un Saprissa, Heredia y Cartago con cuerpos técnicos con un proceso iniciado.
-¿Qué le permitió ser líder?
El trabajo previo de reacondicionamiento fisico y el introducir nuevas ideas, con relación a las hechas por los anteriores técnicos.
-¿Cómo cuáles?
Entre otros, cambiar de línea de cuatro a línea de tres. Sentí que era lo prudente. Tenía jugadores rápidos. Conocía a Keylor Soto y sabía que sería el líbero como realmente lo fue durante todo el torneo. ”Además, conocía a jugadores como Robert Arias y Kendall Waston, que algunas veces alternó con Néstor Monge”.
-¿Por qué la variante?
Aunque resultaba riesgosa por los espacios que podía dejar atrás, me permitía ser un poco más ofensivo por los costados. Además, en la fase ofensiva permite liberar a un hombre
-¿Cuándo se inclinó por Adrián De Lemos?
Al inicio del proyecto Harry (Ocampo, el otro portero) estaba lesionado y Adrián le sacó un poco de ventaja. Él es un arquero de grandes condiciones, además de tener un buen manejo de pelota, lo cual es importante en el fútbol actual. Hay que aclarar que cuando necesitamos a Harry, respondió de maravillas.
-¿Cuál fue su proyecto de media cancha?
Una línea intensa, de buen manejo de balón. Gracias a Dios hubo tres jugadores de gran fuelle físico (Ariel Rodríguez, Roberto Mudarra y Néstor Monge) que se encargaron de ese trabajo mixto.
-¿Qué pretendió?
Mi consigna siempre fue quitar rápido el balón y en el campo rival. Así conseguimos varias anotaciones. El presionar arriba nos evitó sufrir en defensa. Luego aparecieron otras figuras como Kenneth García, Albán Gómez, Juan Diego Monge y Luis Steward Pérez. Arriba el trabajo de Camilo Aguirre fue excepcional, al igual que el de Luciano (Bostal) y Sanabria (Héctor).
-¿El por qué del bajonazo?
Antes que nada, no éramos invencibles. Estábamos en medio de un cierre trepidante. Un grupo de equipos daba la vida con tal de clasificar. A nosotros no nos jugaban como a Pérez Zeledón, sino como al líder que había que acabar. Además, fuimos víctimas de nuestros propios despistes internos, como también de distracciones externas.
-¿Cómo cuáles?
En el primer caso, sufrimos algunas derrotas por acciones de táctica fija, cuando nosotros teníamos un buen juego aéreo.
-¿En el segundo aspecto?
Al alcanzar ese alto nivel colectivo, Pérez Zeledón tuvo, por primera vez en su historia, a tres figuras en la Selección Nacional, y comenzaron a acercarse representantes con nuevas y mejores ofertas laborales para los jugadores. Igualmente, también la prensa empezó a llegar y con ello las publicaciones en los medios. Si el jugador no está habituado a ello, algo normal en el fútbol, puede ocasionar distracción.
-¿Qué hizo?
Al detectar el fenómeno, les confesé que yo ya lo había experimentado. Les recomendé mantener la ecuanimidad, pero la dispersión siempre caló en varios de ellos.
-¿En cuántos?
En más de cinco.
-¿Qué pasó en ese último juego frente al Herediano?
Nos despistamos en los primeros minutos,cuando tuvimos acciones claras para anotar, carecimos de la capacidad para hacerlo. Luego tampoco contamos con la fuerza para proteger lo que teníamos.Cuando no hay ese equilibrio ocurre lo que pasó.
-¿No se vio un equipo como calculador...medroso?
Falso. No hubo cambios en planteamiento defensivo, con relación al primer juego, y nosotros salimos a presionar.
-¿Amarrado?
Sí, tal vez porque se trató de una semifinal. Muchos de los jugadores no habían vivido eso. Aunque antes habían hecho un extraordinario trabajo, lo cierto del caso es que, en estas instancias, si se pierde se queda fuera.
-¿Ellos eran conscientes?
Les había recalcado que eran solo dos juegos, sin ningún margen de error porque si pestañeábamos perdíamos. Luego de los goles, el Herediano se adueñó del partido gracias a que tiene jugadores de oficio y calidad, mientras nosotros le dábamos nuevas experiencias a varias jóvenes figuras.
-¿Cuánto le dolió?
Después de estar liderando y jugando fútbol a mí me sigue doliendo. Una y otra vez vuelvo a ver el partido y me golpea. Guardamos regularidad a lo largo de todo el torneo. Incluso, trabajamos bien en Heredia y en San Isidro de El General, hasta el momento del primer gol.
-¿Con la finalización de ese juego terminaba su relación con Pérez Zeledón o fue una decisión que tomó días después?
Antes ya había tenido una conversación con el presidente (Gilberth Fernández) cuando le había comunicado que tenía una opción de trabajo internacional. Eso (la salida), por lo menos, ya estaba definido de mi parte. Obviamente, ignoraba que la eliminación se daria ante el Herediano. Quería llegar a la final y ser campeón.
-¿Cómo se ve en los próximos días?
Haciendo cosas importantes.
Papá de universitarias
Mauricio Wright es el segundo de 11 hermanos, siete varones y cuatro mujeres, que crecieron en los barrios del sur al lado de una madre –doña Juanita–, que emigró a la capital del poblado siquirreño de Madre de Dios, para completar sus estudios en enfermería.
“De mi padre no hablo, poque tengo solo una figura que fue mamá y papá: doña Juanita”, expresó el jugador, quien nació en La Uruca.
La madre obtuvo una casa de interés social en Aserrí y fueron a parar todos.
Mauricio, quien está divorciado, es padre de tres hijos; dos mujeres: Wendy Michelle y Sharon, de 18 y 17 años, que estudian Odontología y Pediatría, respectivamente.
Asimismo, está Shandon, de 12 años, su fiel “amigo” que asiste a la escuela científica de Desamparados.
Wright llegó a la primera división cuando militaba con el San Miguel, donde jugaba como volante mixto.
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