Deportes
Viernes 25 de mayo de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

A los 11 años escaló su primera montaña

Desde niño apuntó alto

Sofía Quesada Chavarría

squesada@aldia.co.cr

Por insistencia de su madre, Cristobalina Chinchilla, en la Semana Santa de 1983 decidió subir a la Cruz de Alajuelita. Duró más de cuatro horas para recorrer los casi tres kilómetros que separaban su casa, en San Antonio de Escazú, de aquella montaña.

Cuando Warner Rojas, con 11 años, llegó a la cúspide y tocó la cruz quedó impactado y desde ahí supo lo que quería hacer el resto de su vida. “Vi todo el Valle Central, el volcán Irazú y observé montañas que nunca había visto. De ahí nació el deseo de escalar montañas”, relató.

Su madre recuerda que en ese entonces era un poco gordito y que le costó subir más que a sus hermanas Aurora y Nidia.

“Él me decía que le encantó pararse en la cima y que quería subir más montañas”, dijo doña Cristobalina.

Y así fue. Luego de conquistar las montañas de todos los rincones del país, se enfocó en las de Centroamérica y más allá, tanto que ya suma 62 montañas del continente americano.

En el país, Rojas escaló 35 cerros, y el Chirripó (3.821 metros) lo ha subido más de 60 veces. Más tarde vinieron los siete picos andinos, su máximo logro como montañista hasta ayer.

Una página gris

Desde muy joven trabajó como agricultor y albañil. Según cuenta el escalador, mientras trabajaba en construcción vino la etapa más “crítica de su vida”.

Los vicios del cigarro y el alcohol lo envolvieron entre los 19 y 22 años. “Toqué fondo, caí muy bajo. Me fumaba como dos paquetes de cigarrillos diarios y tomaba mínimo medio litro de guaro”.

“Al trabajar todo el día en construcción, mi familia no se dio cuenta de la magnitud del problema, pero sí era grave”, manifestó el escalador.

“La casa era de dos pisos y más de una vez bajó las gradas rodando. Yo ya sabía que andaba borracho, fue una etapa muy fuerte para todos”, relató su mamá.

Fue precisamente su pasión al deporte y a las montañas las que lo hicieron reaccionar y salirse del vicio.

“Un 31 de diciembre un par de amigos me invitaron a una finca en Puriscal. Nos fuimos en bicicleta y casi me muero, me costó un montón llegar. Tras de todo paré en una pulpería y en lugar de comprar agua me tomé dos cervezas y después me caí”.

Eso lo ayudó a reflexionar y esa misma noche tomó la decisión más “sensata”, para algunos amigos dejar los vicios fue una broma, para él fue gestar un sueño, llegar al techo del mundo.

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